Es alarmante cómo
aumenta en todo el mundo la prevalencia de sobrepeso y obesidad. En España, las
previsiones para los próximos 15 años, según la Agencia española de Consumo,
Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), no dejan de ser preocupantes, con
un 21% de mujeres y un 36% de hombres obesos y una tasa de sobrepeso que
alcanzará el 70%.
La obesidad constituye un grave problema de salud pública por
las enfermedades o comorbilidades que llevan asociadas, como la diabetes y las
enfermedades cardiovasculares, incluso ciertos cánceres. Sin embargo, para
muchas personas la principal preocupación no es por salud. Los cánones de
belleza actuales y el culto desproporcionado a la imagen corporal hacen del
exceso de peso un problema estético. Son muchos los que intentan perder esos
kilos de más recurriendo a alguna de las dietas milagrosas que suelen estar de
moda.
Las dietas milagro
carecen de aval científico, prometiendo pérdidas de peso inmediatas sin
esfuerzos, llegando a utilizar imágenes de personajes famosos como reclamo
publicitario. La mayoría de estas dietas “funcionan” pues al restringir la
ingesta energética inducen pérdida de peso. Pero la mayoría de ese peso perdido
es agua y la reducción de grasa corporal se acompaña muchas veces de pérdidas
de masa muscular. Estas dietas promueven una alimentación desequilibrada al
excluir o reducir la ingesta de algunos alimentos o grupos de alimentos,
pudiendo comprometer a nuestra salud por no aportar los suficientes nutrientes
esenciales.
Existen muchas dietas
milagro, la Dukan o la Atkins, son dietas cetogénicas, reducen la ingesta de
hidratos de carbono y aumentan las proteínas, ocultando de esta manera estados
de ayuno. Como consecuencia disminuyen los niveles de insulina en sangre y estimulan
la degradación de las grasas y la producción de cuerpos cetónicos que se acumulan en la sangre. El aumento de
proteínas puede ocasionar además sobrecarga renal y hepática. Otras dietas como
la de Haas o la del Dr. Prittikin, que promueven el consumo de hidratos de
carbono limitando las proteínas y las grasas, pudiendo causar deficiencias de
ácidos grasos esenciales, vitaminas liposolubles y proteínas, el elevado
contenido en fibra de estas dietas puede limitar la absorción de ciertos
minerales y provocar trastornos gastrointestinales. Otras dietas suprimen
comidas o promueven ayunos, restringiendo de manera extrema la ingesta
calórica.
Para la mayoría de
personas, la eficacia de estas dietas es sólo temporal, siendo muy complicado
mantener la pérdida de peso obtenida. El retorno a la dieta habitual supone
ganar peso con mayor facilidad y
rapidez, incluso por encima del que se tenía antes, es el llamado efecto “rebote”.
Las adaptaciones
fisiológicas incluyen cambios hormonales con alteraciones de los niveles y de
la sensibilidad a hormonas relacionadas con el apetito y el equilibrio energético.
El tejido adiposo es un reservorio de energía a largo plazo. Cuando se gana
peso, se pierde y se vuelve a ganar, los adipocitos sufren cambios que afectan
al organismo completo y dificultan el mantenimiento del peso corporal. No podemos
olvidar que el organismo está preparado para ahorrar calorías en situaciones de
carencia y si continuamente se ve sometido a emergencias energéticas (por
dietas hipocalóricas), estos mecanismos adaptativos se refuerzan para prevenir
futuras carencias calóricas.
La mejor dieta será
aquella que la persona pueda incorporar a su vida cotidiana y que le permita
alcanzar y mantener un peso saludable. La recomendación es que la pérdida de
peso sea moderada pero mantenida, que reduzca grasa corporal preservando la
masa magra, y que corrija los errores alimentarios. En definitiva se trata de
adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta variada y
equilibrada y la práctica diaria de actividad física adaptada a cada persona.
Porque aunque parezca paradójico, la ingesta de calorías actual de los
españoles es menor que la de décadas atrás y, sin embargo, no conseguimos
mantener el balance energético. Es por ello que combatir el sedentarismo se
está convirtiendo en una de las principales bazas con las que prevenir y tratar
el sobrepeso y la obesidad.
mantener un peso saludable. La recomendación es que la pérdida de peso sea moderada pero mantenida, que reduzca grasa corporal preservando la masa magra, y que corrija los errores alimentarios. En definitiva se trata de adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta variada y equilibrada y la práctica diaria de a la-voz.net/organizacion-economica-en-el-imperio-inca/
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